Brackium emendo es un encantamiento de hechizo curativo que se puede emplear para arreglar huesos rotos.
Compra el décimo
Siempre y en todo momento me ha entusiasmado este fenómeno que llamamos suerte. Según el Diccionario de la RAE, suerte es “la coyuntura de ser, por pura al azar, conveniente o desfavorable a alguien o algo que pasa o sucede”. He leído esto por lo menos tres ocasiones y me cuesta comprender de qué demonios habla. Va a ser, quizás, pues la fortuna es ya incomprensible en sí. Asimismo antojadiza, voluble, resbaladiza, veleta, maligna, risueña y, como es natural, absolutamente injusta. ¿Por qué razón beneficiar a unos y condenar a otros? ¿Por qué razón unos nacen con estrellas y otros con estrellas? ¿Se puede invocar la buena suerte? ¿Y normalizar el mal con algún género de hechizo o conjuro? Todos entendemos que no, pero como afirma el escritor Martín Caparrós, la fortuna es poder sin contrapoder y religión sin ateos. Todos suponemos eso, aun los que niegan en nada. Te voy a dar un caso de muestra que siempre y en todo momento me dejó desconcertado. Aproximadamente desde agosto se forman inacabables colas en frente de la lotería de Doña Manolita para obtener billetes de la lotería de Navidad. De las miles de personas que pasan horas bajo el sol de agosto y meses después temblando bajo las lluvias de noviembre o diciembre, díganme: alguien sabe que el boleto que compras en Doña [Manolita] tiene precisamente exactamente las mismas opciones de ser premiado eso que compras en el bar de la esquina o de tu cuñado? Da igual cuánta destrucción hayan provocado los consecutivos currículos de este país, aun un niño de 12 años sabe que da igual dónde lo adquiera, las posibilidades son exactamente las mismas. Pero suerte es suerte, y como Doña Manolita reparte mucho más premios que ningún otro (y por supuesto proseguirá haciéndolo por volumen de ventas) la multitud elige obtener allí. Y después están las supercherías. Personas con perfección educadas y racionales que pasean por la calle sin pisar la raya, a fin de que el día no les vaya mal; alumnos muy prudentes que pasan horas intentando de hallar la rana en la testera de la Facultad de Salamanca que garantiza la aprobación de los exámenes; hombres de negocios con 2 licenciaturas y tres maestrías que jamás se olviden de ponerle salsa a San Pancracio… El que sea libre de opinar que, realizando cosas absurdas, puede eludir el mal o conseguir tal bien, que tire la primera piedra. Y da igual que, una vez completados todos y cada uno de los hechizos, el resultado sea adverso; La próxima vez volveremos a ellos por el hecho de que (lagarto, lagarto) a conocer quién es el bello que se atreve a tentar al destino. ¿Significa eso que todo es aleatorio, antojadizo, y que nos encontramos a la merced de quién sabe qué vientos o deidades risueñas? Te afirmaré lo que creo, o me agrada opinar, sobre la fortuna. Yo pienso que la mala suerte existe y no hay nada ni absolutamente nadie que logre mudarla. Si paso por enfrente de un edificio en el instante exacto en que al vecino del piso 5° se le cae un jarrón con flores, es una mala suerte de la que no te puedes deshacer. Pero en cambio, pienso que se puede invocar, favorecer la buena suerte. Procurar llegar a tiempo en el instante conveniente, por servirnos de un ejemplo; rodéate de gente efectiva y no de cenizas; tener una actitud ilusionado y no derrotista o, en otras expresiones, obtener el décimo. ¿Recuerdas ese chiste de Eugenio donde un chaval va todas y cada una de las mañanas a rezarle a Moreneta? «…Por favor, por favor, virgencita, estoy muy necesitada, estoy endeudada, hazme ganar la lotería». Y de este modo una semana y otra y después un mes y otro y después un año entero hasta el momento en que un día Moreneta se fatiga y va y afirma: “Vale, peso, vale. ¡Pero cuando menos compra el décimo! De ahí que. Si deseas que ese ente antojadizo, voluble, veleta, ágil, perverso, risueño y naturalmente absolutamente injusto que es la fortuna te favorezca, debes poner de parte tuya y obtener el décimo. Conque en este momento que próximamente vamos a tener a los pequeños de San Idelfonso dándonos la mañana con su letanía de números y premios, este es mi consejo. Que este año adquieras 2 clases de décimos. El de Doña Manolita (o el del bar de la esquina, que es exactamente lo mismo) y después el otro. El del chiste de Moreneta. Por el hecho de que eso sí que siempre y en todo momento suena.
Carmen Posadas
Artes Oscuras
La única forma en que un hombre lobo puede sostener su cordura, sabiduría y memoria a lo largo de la transformación es empleando la poción Wolfsbane. De la misma forma, es realmente difícil volverse inmortal salvo que se use un factor de enorme poder para sostener la vida, como la Piedra Filosofal o los Horrocruxes. Si uno tuviese las tres Reliquias de la Muerte, diríase que tendría las herramientas para transformarse en el «profesor de la desaparición». No obstante, se recomienda que ser un auténtico «profesor que desaparece» es estar presto a admitir que la desaparición es ineludible.
Aun antes de la Orden del Fénix, Harry tiene la impresión de que Snape puede leer la cabeza. El aprecio (en su sentido considerablemente más extenso) se detalla como una manera de magia especialmente robusta. Según Dumbledore, el aprecio es una «fuerza que es considerablemente más fantástica y considerablemente más horrible que la desaparición, que el intelecto humana, que las fuerzas de la naturaleza». El sacrificio voluntario de Lily representando a Harry lo salva de Voldemort en el momento en que era un bebé, y Harry hace un sacrificio afín para socorrer a sus amigos en el final de las Reliquias de la Muerte. Alguna profecía clave en la serie detalla a Harry con un «poder que el Señor Obscuro no conoce», citando su aptitud para querer.