Dándonos a comprender que en prácticamente todas nuestras relaciones sociales, tras el nacimiento, facultativa o de forma involuntaria, perdemos esta independencia inseparable. Nosotros somos la causa de nuestras opresiones y, exactamente de ahí que, tenemos la posibilidad de liberarlas.
El día de hoy proseguimos comentando del deber que necesita nuestra vida cristiana en todos y cada uno de los campos y uno es el ayuno, por el hecho de que nos deja detenernos un instante en nuestra vida día tras día, para salir de la rutina día tras día, poner un prominente en el día a día, dejar lo material y lo natural y enfocarnos mucho más exactamente en nuestra área espiritual.
Con el ayuno volvemos al diseño que una vez Dios estableció en nosotros, que era que nuestro espíritu estuviese sobre nuestro cuerpo y sobre nuestra alma. En el momento en que nos negamos a nosotros, a nuestros deseos y renunciamos a algo que deseamos llevar a cabo, nuestro espíritu se anima, se hace más fuerte y podemos consultar las cosas un tanto mucho más desde la perspectiva de Dios y no desde la perspectiva de nuestra carne. .
Debemos mantenerse libres de las ataduras de la impiedad en Cristo
Una cosa es ser perdonado de tus errores, lo que Dios hace instantáneamente en el momento en que confías en su perdón y recibes tu salvación. Pero la auténtica liberación es un desarrollo espiritual de desarrollo, maduración, conocimiento y resolución. Precisas una transformación y una renovación mental como la que afirma Pablo.
Tu cabeza y comprensión precisan cambiar para lograr vivir como un individuo libre, y no continuar viviendo como un ciervo. Estas historias están en la vida del pueblo de Israel en el desierto y se repiten en la vida de los cristianos. Es merced a la vigorosa sangre de Jesús que somos liberados de la esclavitud, es en el poder de Jesucristo quien nos libera. Por consiguiente, una cosa es ser librado de las ataduras o servidumbre de la iniquidad, y otra ser o mantenerse libre. A conocer:
COMO PONER MIS CARGAS EN EL SEÑOR…
La religión nos enseña que Dios es nuestro constructor y que nos quiere. Él nos dió todo cuanto requerimos para vivir una vida plena y feliz. No obstante, en ocasiones la vida es bien difícil y las cosas no van como se estima. En esos instantes, es esencial dar nuestras cargas a Dios.
Tenemos la posibilidad de llevar a cabo esto de múltiples formas. Tenemos la posibilidad de rezar y solicitarle a Dios que nos asista. Tenemos la posibilidad de leer la Biblia o los libros de otras religiones y buscar inspiración y guía. Asimismo tenemos la posibilidad de charlar con otra gente que distribuyen nuestra fe y buscar su consejo.