13 El que encubre sus errores no prosperará, pero el que los confiesa y se separa alcanzará clemencia. 14 Bienaventurado el hombre que siempre y en todo momento quiere a Dios, pero el que bendice su corazón va a caer en el mal.
Proverbios 28:1 El impío escapa sin que absolutamente nadie lo persiga; Pero los justos son valientes como un león. Pro 28:2 Gracias a la rebelión de la tierra, varios son sus príncipes; Pero por el hombre comprendido y sabio continúa permanente. Prov 28:3 El pobre y ladrón de los pobres Es como la lluvia torrencial que no deja pan. Prov 28:4 Los que escapan de la ley alaban a los impíos; Pero los que lo guardan contenderán con ellos. Prov 28:5 Los impíos no comprenden de juicio; Pero los que procuran al Señor comprenden todas y cada una de las cosas. Pro 28:6 Mejor es el pobre que anda en su integridad, Que el rico y perverso en sus caminos. Pro 28:7 El que almacena la ley es hijo sabio; Pero el que es compañero de glotones abochorna a su padre. Prov 28:8 El que incrementa sus riquezas con usura y también interés, pues el que se compadece de los pobres los incrementa. Pro 28:9 El que separa su oído para no oír la ley, Su oración asimismo es abominación. Pro 28:diez El que hace errar a los rectos por el mal sendero, en su fosa va a caer; Pero lo especial heredará lo bueno. Prov 28:11 El rico es sabio en su opinión; Pero el pobre hombre que tiene comprensión ve por medio de él. Pro 28:12 En el momento en que los justos se regocijan, grande es la gloria; Pero en el momento en que los desalmados se levantan, los hombres deben ocultarse. Pro 28:13 El que encubre sus errores no prosperará; Pero el que los confiesa y se separa alcanzará clemencia. Prov 28:14 Bienaventurado el varón que siempre y en todo momento teme a Dios; Pero el que endurece su corazón va a caer en el mal. Prov 28:15 León rugiente y oso hambriento es el príncipe maligno sobre el pueblo pobre. Prov 28:16 El príncipe falto de comprensión va a multiplicar la extorsión; Pero el que detesta la codicia extenderá sus días. Prov 28:17 El hombre cargado con la sangre de otro huirá a su sepulcro, y absolutamente nadie lo detendrá. Prov 28:18 El que ande en integridad va a ser salvo; Pero él de caminos malvados va a caer a alguien. Pro 28:19 El que labra su tierra se saciará de pan; Pero el que anda ocioso se va a llenar de pobreza. Prov 28:20 El hombre enserio va a tener muchas bendiciones; Pero el que tiene prisa por lucrarse no va a estar exento de culpa. Prov 28:21 Respetar a la multitud no es bueno; Pues hasta un mordisco de pan el hombre peca. Pro 28:22 El avaro se apura a lucrarse, y no sabe que le llegó la pobreza. Prov 28:23 El que amonesta al hombre encontrará después mayor favor que el que lisonjea con su lengua. Pro 28:24 Cualquier persona que roba a su padre oa su madre, y afirma que no es malo, su compañero es destructor. Pro 28:25 El espíritu altivo provoca batallas; Pero el que confía en Jehová prosperará. Prov 28:26 El que confía en su corazón es necio; Pero el que anda en sabiduría se salvará. Prov 28:27 El que da al pobre, no va a ser pobre; Pero el que cierra los ojos va a tener muchas maldiciones. Prov 28:28 En el momento en que los impíos se levantan, el hombre se oculta; Pero en el momento en que mueren, los justos se multiplican.
Confesar errores concretos
En el momento en que el Señor nos alumbra, siempre y en todo momento es de una forma concreta. Él puede iluminarnos sobre cosas como decir una patraña o de qué manera le charlamos a alguien. Por poner un ejemplo, pongamos que hablamos con nuestros amigos y el Señor nos ofrece el sentimiento claro de parar de hablar con ellos y regresar a estudiar o trabajar. No obstante, lo desobedecimos y seguimos comentando. El Señor nos persuade de nuestra desobediencia y entendemos que sentimos la necesidad de confesarnos. Ahora mismo, tenemos la posibilidad de rezar: “Señor, te admito que te desobedecí. Por favor, perdóname por charlar en el momento en que no deseabas que lo hiciese. Lávame de mi pecado con Tu hermosa sangre.” Tras confesarnos así, tenemos la posibilidad de tener certeza de que fuimos perdonados y que la sangre del Señor lava nuestros errores.
Debemos confesar las cosas en las que el Señor Jesús nos alumbra. Esto incluye no solo nuestros actos pecaminosos, sino más bien asimismo nuestras debilidades, defectos y deficiencias. Por servirnos de un ejemplo, el Señor puede reprendernos por ser perezosos o rebeldes. En un caso así, debemos rezar: “Señor, perdóname por ser perezoso. Soy flojo y de ahí que no paso tiempo contigo. Señor perdóname.”