25 Jesús le ha dicho: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, si bien muera, va a vivir. 26 Y todo el que vive y cree en mí no va a morir nunca. ¿Tú crees eso?
Varias personas aseguran que debemos opinar que Jesús es el Cristo sin siempre tener que opinar en Él para la vida eterna o algún otro género de salvación.
Por contra, mantenemos que en el momento en que uno piensa que Jesús es el Cristo, o sea, el Salvador, asimismo debe comprender qué género de salvación da. Opinar en Jesús como el Cristo es opinar en Él como el que da la vida eterna.
Jesús ha dicho: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí va a vivir aun tras la desaparición. —Juan 11:25 RV
Pero en el momento en que perdemos a un individuo cercano que es fiel, debemos rememorar una verdad esencial que nos va a ayudar a sobrellevar la pérdida. El mal indudablemente nos alcanzará, pero por la felicidad de Dios, el mal no posee por qué razón abrumarnos. Esta verdad va al corazón de la fe cristiana y nos proporciona una visión de la persona de Cristo.
En el momento en que muere un hermano o una hermana en el Señor, primero debemos rememorar que el Padre respondió la oración de Jesús. Dios es soberano sobre la desaparición de nuestros conocidos cercanos y tiene propósitos que quizás jamás comprendamos, pero tenemos la posibilidad de aferrarnos a la realidad de que Jesús oró a fin de que su Padre trajese a su pueblo a casa. En el momento en que un católico muere, el Padre otorga a su Hijo una solicitud que logró por vez primera hace prácticamente 2 mil años, la noche antes de ofrecer su historia por su pueblo.
El Señor sabe todas y cada una de las cosas
En el momento en que el Señor Jesús recibió el mensaje de la patología de Lázaro, no fue veloz, sino tardó un par de días. El Señor sabe todas y cada una de las cosas, y en todo busca nuestro bien. Más allá de que se toma tiempo para contestar a nuestra oración, debemos tener certeza de que siempre y en todo momento nos escucha.
Jesús afirma a sus acólitos que tienen que regresar a Judea, al pueblo de Betania, que está a unas 2 millas de Jerusalén, por el hecho de que «nuestro amigo Lázaro duerme» (v. 11).
Imágenes de Juan 11:25
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