Una hechicera (en masculino, una hechicera) es un individuo que ejerce la brujería.
Absolutamente nadie ignora la vieja creencia que vincula a la mujer con el mal y el poder demoníaco. Las secuelas de esta identificación serían catastróficas para enormes conjuntos de mujeres a lo largo de los siglos XVI y XVII, en el momento en que la intensificación de este vínculo provocó la persecución de las brujas en una gran parte de Europa.
Para comprender las causas que contribuyeron a consolidar esta relación supersticiosa, debemos remontarnos al pensamiento mágico primitivo. O sea común a la mayor parte de las etnias conocidas y responde a planteamientos vitales. El hombre tiende a detectar las opiniones basado en un chato espacial donde lo bueno y lo positivo se sitúan arriba en el cielo donde está el sol, la luz y la vida. La parte de abajo, por su parte, se ajusta a la tierra y está reservada para las tinieblas, los seres malvados y su infierno… en resumen, la desaparición. El cielo es asimismo un espacio marcadamente masculino. Hay poder y paternidad. Su contrario, la tierra, representa lo femenino, la fertilidad y la maternidad, pero asimismo, como ahora se dijo, la desaparición.
Brujas y feminismo
Fue el movimiento de liberación de la mujer de la década de 1970 el que avivó el interés por la caza de brujas, dando cuenta de este desarrollo histórico de persecución que dio sitio a una mujer doblegada, recluída al hogar y sumisa. Estas feministas fueron las que se identificaron con el destino de las brujas como mujeres perseguidas por combatir contra el sistema.
El movimiento W.I.T.C.H (–bruxa, por sus iniciales en inglés Women’s International Conspiracy from Hell) recobró su legado como símbolo de la mujer liberada del dominio patriarcal. Vestían de negro y tenían activismo callejero.
La hechicera protegía y resguardaba el saber. Ella fue la encargada de transmitirlo de generación en generación.
La palabra «bruxa» en castellano no se conoce precisamente de dónde viene, ni su concepto original. Semeja que la etimología inicial de la palabra es con «x», con lo que en su forma mucho más primitiva sería «hechicera» en catalán.
El primer archivo en el que hace aparición esta palabra data del siglo XIII. La mayor parte de los investigadores tienden a meditar que tiene la posibilidad de tener orígenes ibéricos o celtas. Por otra parte, hay expertos que asocian esta palabra con el latín vulgar «voluxa», que significa «que vuela».