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Edición 431 – Abril 2018.
Posesión
Es la acción de un espíritu que ejercita, en tiempo de crisis, un control despótico, que le hace desplazarse, charlar… Se apropia de su cuerpo, sin que la víctima, consciente o no, logre llevar a cabo nada para evitarlo. En estas situaciones, la persona debe meterse en la pelea contra el enemigo (rezar, sumarse a la oración que se le hace), la persona siente una presencia persistente en sí, si bien no haya manifestaciones destacables. Puedes llevar una vida habitual, pero en ocasiones con adversidades. Estas adversidades se dan, más que nada, en la vida espiritual. Dado que haya o no una vida habitual puede ser un método de discernimiento para poder ver si hay posesión. En el momento en que hay problemas serios hay que realizar una doble tarea al lado del experto (sicólogo, psiquiatra). En temporadas fuertes tienen la posibilidad de manifestarse mucho más (Navidad, Cuaresma…). Es bueno sugerir un directivo espiritual que no sea nuestro exorcista. Hay que distinguir estas manifestaciones de un trastorno de personalidad: línea de borther, esquizofrenia, desdoblamiento de la personalidad, TOC…
En instantes de crisis o trance, se puede ver en los ojos y en la boca de quien lo sufre, una transformación, como la el demonio concreta en la persona los aspectos de su acción. Es requisito estar atento y observarlo para descubrirlo y ordenarlo. El malvado no deja de emplear técnicas disuasorias para denegar o confundir al exorcista y trata de ocultarse y pasar inadvertido.
Desde tiempos inmemoriales, el demonio estuvo relacionado al planeta de las tinieblas y los sueños. Lejos de la luz y de la conciencia racional, el demonio ejercitaría su poder destructivo con total impunidad al amparo de la noche.
El íncubo, Johann Heinrich Füssli (1781)
Antes que se formularan las teorías sicológicas modernas, los trastornos del sueño y la excitación sexual nocturna eran bien difíciles de argumentar desde un criterio racional. Frente a la imposibilidad de llegar a una interpretación exitosa, se culpaba a seres malvados de mostrarse en las noches para interrumpir el sueño de la gente y ocasionar las temidas pesadillas. Al tiempo, la sensación angustiante propia del sueño alterado se dotó de una imagen plástica: la de un pequeño monstruo, una anciana o un demonio que, sentado sobre el pecho de los yacentes, oprime el corazón y los pulmones de sus víctimas, complicando la respiración. . Seres, por consiguiente, que verdaderamente pesan, con lo que se les conocía generalmente como «pesadillas».
El miedo de YHVH en los huesos
“En lo que se refiere a los profetas: mi corazón está quebrantado en mí, mis huesos tremen; Estoy como un borracho, como un hombre abrumado por el vino, gracias a YHVH y de sus santas expresiones”. Jeremías 23:9
TESHUVA- Arrepiéntete de todo pecado y entrégate completamente a la intención de Yah.