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Cómo se le dice a alguien no gitano

Payo (no gitano)

Este largo comentario no quiere ser un ensayo cerrado puesto que varios cronistas y políticos están familiarizados a oraciones sobre fenómenos que conocen superficialmente. La crónica de los gitanos es bastante complicada y es un grito en el cielo toda vez que alguien sale a criticar o loar la llamada “cuestión gitana” por distintos fundamentos. La primera es que los encomios y las críticas tienden a converger para ofrecer una imagen única de los gitanos que fué esmeradamente construida en todo el tiempo. Y que lo logró desde criterios elaborados en las esferas del poder, cada una en su situación histórica concreta, que proyectaban la diferencia cultural como un abismo irreconciliable entre conjuntos desde el que justificar la persecución étnica. Seguidamente, los proyectos políticos elaborados en el ámbito de la democracia se han puesto en compromiso a mantener el estancamiento de un «inconveniente» que se procuró —y se procura— solucionar sin atender a causas científicas, sin atender a tendencias partidistas y sin tener en cuenta presente especialistas en la materia. Por último, así sea en un bar, en una reunión o en el Congreso de los Miembros del congreso de los diputados, un factor vital que permea el enfrentamiento es la señalización continua de la voz que emite el alegato. Cualquier persona que haya leído o escuchado mi trabajo durante los años sabe realmente bien que reivindico la relevancia de la voz gitana en la reconstrucción de la historia, pero asimismo estoy en oposición a remover las aportaciones de quienes estudian francamente desde fuera de la red social. Esto último exhibe una discusión bastante madura fuera de España, pero en este país se reitera que continuar realizando tropezar al avance científico y en llevar a cabo el lecho de intereses de tipo político que usan a los gitanos como arma o como pequeña bonita, según los objetivos que persigan. perseguir. procurar. busca poder. . De esta manera lo revela examinando la historia, de izquierda a derecha, Segunda República, Dictadura de Franco o Democracia. Los regímenes políticos no se salvan, ni tampoco los fantasmas ideológicos que merodean por las sedes de las instituciones. En cualquier caso, se salvan personas específicas que, en ciertos instantes, se preocuparon verdaderamente por editar, en la medida de sus fuerzas, una dolorosa situación como era la situación de pobreza y marginación que padecían varios gitanos. Estas figuras que cayeron al lodo en la mayoría de los casos no tienen nombre y apellido pues los nombres de organizaciones o cargos predominaron en la historia. Para sorpresa de ciertos, estos ocultos eran frecuentemente los propios gitanos que, con la solidaridad fraguada en la persecución secular y la autorregulación de distritos donde no llegaba el derecho a la localidad, lograban salir adelante. Todo ello a fin de que el traslado de su crónica y de sus complicadas vidas se transforme en un imaginario único.

Tío Emilio, alcalde gitano de Villaverde, abril de 1979

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